viernes, 18 de octubre de 2019

EL ALMATROSTE: LA ÚLTIMA MADRUGADA



Cuadro que se encuentra en el Almatroste, de la artista Antagónica Furry.

"Quya" Reyna 

Escritora de un poquito de 
esto y un poquito de aquello.
Viernes, 18 de octubre de 2019

"¡¿Con qué derecho la música de Gilda me despierta?!" (se agarra la cabeza, el ch’akhi le es insoportable).

¿Se acuerdan el capítulo de Los Simpsons en donde Springfield está abarrotada de cámaras de vigilancia? Ned Flanders está como vigilante, junto con otros vecinos, y jode a cada rato con no hacer cosas "indebidas" en la calle. Bart descubre, gracias a su trasero, que una parte de su patio no está vigilada por una cámara y, por eso todos los de Springfield se dirigen allí a hacer lo que se les da la gana con la garantía de que nadie los va a joder. 

Bueno, para mí, el Almatroste es como ese pedazo de patio: el lugar que te da el placer de materializar lo "incorrecto" sin que nadie te joda. No caminamos desnudos, usando una máscara de payaso como taparrabos, pero si se lo hubieramos propuesto  a la Bea o al César, yo creo que hubieran aceptado. Y como dice Bart en ese episodio: "Bienvenidos a las esquinas del caos, el patio del placer, el triángulo de Satanás, el único lugar en la ciudad en donde las cámaras no pueden verlos y las leyes no pueden tocarlos"; pues... bienvenidos y bienvenidas al Almatroste. 


"Bienvenidos a las esquinas del caos, el patio del placer, el triángulo
de Satanás, el único lugar en la ciudad en donde las cámaras no pueden
 verlos y las leyes no pueden tocarlos"
.

“El Alma”, como me lo hicieron conocer desde el principio, fue uno de los pocos espacios en donde podía sentirme relajada, sin que nadie me critique o me jodiera, porque ahí son buena onda o de todas formas todos están ebrios y no tienen tiempo para eso, "Ajá", pero ya en serio, es un lugar agradable, cómodo y en verdad muy humano: ya que nos muestra lo que somos en todas nuestras dimensiones como especie: desde los más pervertidos y asquerosos, hasta los más sexis bailarines de cumbia, cuando ponen un temita bien locochón.

Me acuerdo la primera vez que lo conocí, me llevó una amiga. Me dijo que era un buen lugar para beber un té con té a lo tranquis, se sentó en el colchón de paja que tienen como asiento, y luego un aviso: “el baño nomás es un desastre”. Desde aquel momento no supe ir a otro lugar que no sea ese, a veces con amigos, a veces con el novio, o a veces sola, al final estoy aquí medio ebria o medio no sé qué, sacándole fotos a su baño.

En una habitación de dimensiones desonocidas, pero de aspecto acogedor, se chocan nucas, se rozan cuerpos y el sudor se expone en la frente de hombres y mujeres, haciendo brillar su piel. Las gradas de la entrada, donde ya antes me había partido el culo de una caída, están abarrotadas de gente que espera, como todos, encontrar un pequeño espacio entre la multitud, en donde un cigarrillo en manos de algún despistado no les queme el cabello o puedan beber sin echarse encima la cerveza, por el empujón de algún desconsiderado: un espacio donde puedan estar cómodos pues.

La doña Inés, vendedora de cigarrillos, se encuentra sentada como cada noche en un rincón cerca de las gradas, escondida entre la gente que se acumula a su lado, casi invisible. Si no fuera por su caja llena por las coloreadas cajetillas de Derby o Camel, no sé si la notaría, hay mucha gente. Alguna vez platiqué con ella, no recuerdo bien lo que hablamos, solo sé que no puedo imaginar la entrada del Alma sin ella ahí sentada.

La gente sigue llegando y mientras me estiro para ver el escenario, algunos hombres, entre poetas y amigos del Alma, se suben para regalar una despedida y un homenaje a un escritor llamado “Ioshua” en versos: poemas variados, poemas interesantes, poemas… “Salud por este culo que está lleno de pija que me hizo feliz…” algo así escucho de uno de ellos, mientras no miro más que la espalda amplia de un chango que no para de aplaudir a la hora de escuchar cada frase que el poeta emite. No puedo ver el escenario, no puedo ver nada más que lo que me rodea en un radio de 2 metros. 

Me encuentro a un amigo, un saludo, una cerveza, fuego y pucho. ¡ah! La vida. Ahora mismo se pasan por mi cabeza las puteadas de la Bea a los huevones que les gustaba armarrbronca, recuerdo las veces en que me encontré a alguna amiga que no había visto de tiempo, a los extranjeros que preguntaban alguna vez sobre un detalle en el aspecto del lugar “¿Qué significa esa máscara de ahí?”, refiriéndose a la máscara de un "moreno", las veces en que, en estado etílico, me ponía a leer los escritos que habían en las botellas de singani y alguna que otra charla desabrida entre amigos, charlas sin sentido, o con todo el sentido que le encontrábamos en algún momento de lucidez, motivados por beber más. 

“Mirar es necesario, navegar es necesario, vivir no es necesario…”, dice alguien más que lee poemas en el escenario, y nuevamente solo espaldas, espaldas, cabezas y espaldas. Un trago más directamente de la botella de un Judas, y me encuentro con otros amigos.

Alguna vez leí en el baño del lugar: “Fuma, folla, bebe, que la vida es breve” y en el Alma puedes fumar, beber y follar: ¿follar? Como me dice una chica que hace conversa en la fila para entrar al baño: “si los baños hablaran”... muestra una risa picarezca.

Y pues, como cualquier lugar "underground", el Alma encierra en las paredes de sus baños una serie de graffitis, escritos, stickers, pintarrajeadas... que, distinto de otros, no llevan mensajes como los de los baños habituales. Es un diario libre en donde la gente se ha dedicado a escribir mensajes políticos después de cagar, orinar o coger (o quizá antes de hacerlo). "¡ay! Si los baños hablaran", repite ella nuevamente, “pero sí hablan”, le digo casi riéndome. “¿no ves?” y le señalo toda la decoración léxica y gráfica de las paredes.


“Fuma, folla, bebe, que la vida es breve”.

Las serpentinas desteñidas envolviendo particulares banderines artesanales colgadas del techo se ven aún llenas de noche, de fiesta. Las cajas de DVD’s ¿o MP3's? apiladas en un estante y uno que otro letrero del transporte público o de las "FOTOCOPIAS" también puestos como adornos se ingoran ahora, todos quieren ver hacia adelante, de todas formas no se puede voltear hacia atrás, estamos encerrados entre cuerpos ajenos. El humo de los cigarrillos se difumina en el espacio, mezclándose con el aliento de quienes gritan con las manos en el aire. Algunos vasos suenan y una que otra risa se escucha, escapándose de la bulla de los que platican.

Subo al escenario para decir no sé qué, y desde ahí, las cabezas de la multitud parecen como el muro de piedra que se encuentra al lado de la entrada. Piedras coloridas, piedras negras, piedras con rastas, piedras chascosas y greñudas. Pienso que si me pidieran reconocer a alguien de ahí, solo sería al "Capi", por su cabellera canosa y larga, que de entre todos, es el que más se distingue en aquel muro, ese muro que ha estado ahí desde siempre. 

Debe ser medianoche y después de discursos y poesía, empieza la música y más botellas de cerveza recorren las manos de cada uno de mis amigos para beber. En los rostros se generan algunas sonrisas  y miradas efusivas. Las calaminas del escenario, los faroles con luces amarillas en la barra, el techo bajo, la casualidad de que varios están vestidos de negro, la gente alzando la voz para ser escuchados, algunos detalles... creo que solo eso puedo mirar por ahora. 

La noche se tropieza nuevamente con el Alma, asomándose por la pequeña ventana que alguna vez todos vimos, la cual nos muestra en cada borrachera que allá afuera todavía están durmiendo, que hay silencio y que también ese silencio nos espera al salir. Una luna ausente, una ciudad en penumbra: quizá nadie la note ahora, como el letrero improvisado que se encuentra en la barra “El consumo excesivo de alcohol es dañino para la salud…” y en la parte inferior, con otro color de letra: “…y no te hace más sexy ni atractivo”.

¡Ouch! Mucha cerveza, mezclada con té con té: mala decisión. Mis manos se apoyan en una mesa mientras me siento y en ella reposa mi cabeza, ¡para qué he tomado! La música sigue, el espacio se llena de más palabras, más bulla y más risas escandalosas. Veo de reojo cómo los cuerpos se frotan entre ellos por el escaso espacio que tienen para desplazarse, pero aún así no dejan de moverse, compartiendo la temperatura de sus cuerpos. ¡Qué flojera pararse! ¡Quiero dormir! 

Y es que en pocos lugares como el Almatroste, con un poco de alcohol y buena música, la gente mira y nos forzamos a dejarnos mirar por un momento, para que quizá luego experimentemos ese sentimiento que nos lleva a pensar que “NO QUEREMOS SER MÁS ESTA HUMANIDAD”.

—Quya, ¿estás bien?, levantate… ¡Ay, está tocando una de Gilda!...




1 comentario:

  1. El mejor lugar undergraund de la paz city fuerza carajo que buen relato del lugar ...paz

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