jueves, 30 de abril de 2020

ABECOR Y OTROS… ¿DIBUJANTES CRÍTICOS?


Ilustración de Abel Bellido Córdova, en respuesta a las amenazas
de muerte que recibió. 

Quya Reyna (Reyna Suñagua)
30 de abril de 2020

 "El dibujante tiene una responsabilidad, ya que tiene que saber conjugar esta pasión y conocer los límites. Hay momentos en los cuales hay que hacer el balance entre lo que uno siente y lo que dice el pueblo, lo que se siente personalmente y lo que quisiéramos ver impreso" (Plantu).



No soy muy experta en viñetas, pero por mucho tiempo he seguido de cerca el trabajo de caricaturistas e ilustradores nacionales e internacionales, porque me interesa mucho el trabajo de los dibujantes. La viñeta política, por ejemplo, es la que más me agrada ver, porque te muestra una lectura de la coyuntura en base al gráfico y al análisis político, también en base a la crítica y la sátira o el humor (aunque estos últimos no necesariamente). 

Aquí daré algunas apreciaciones sobre el trabajo de Abecor (Abel Bellido Córdova), pero  también de otros ilustradores y caricaturistas, la misma fue escrita desde mi perspectiva sobre estos trabajos y no desde un enfoque técnico de la ilustración o el dibujo. Además, entendiéndolo desde el ámbito periodístico como género de opinión. 

Vamos a ver, la caricatura política es un arma de crítica que viaja en segundos para persuadir al que la consume. La velocidad del mensaje permite que incluso la imagen pueda ser mucho más potente que un artículo, porque simplifica una idea. Sin embargo, no se libra de  caer en estigmas sociales, bajo la excusa de la “libertad de expresión”. El trabajo del caricaturista, en muchos países, se ha visto censurado por motivos políticos (cuestionando al poder), pero hay que comprender también que algunos han sido censurados por racistas, sexistas, etc. o han sido criticados por tener una perspectiva de la coyuntura muy discriminadora. 

Las caricaturas políticas de John Tinney McCutcheon, por ejemplo, han sido muy populares en los 90' en Estados Unidos, pero ¿por qué? Sus caricaturas reflejaban el "espíritu norteamericano" y su visión del "otro" en aquella época. Los gráficos estigmatizaban a la Revolución Mexicana como un movimiento sin conciencia política, reduciéndolos a una amenaza. Las caricaturas contenían una tendencia racista, ya que mostraba a los mexicanos como “bárbaros” o “salvajes” ¿les parece familiar esta situación? Bueno, en sus dibujos se podía ver al país norteamericano, representado en el Tío Sam, como alguien pacífico, pero un mexicano era retratado como un ignorante, salvaje, borracho o flojo, negándose a la “paz” o la "civilización". La "crítica" de este caricaturista sobre la insurrección mexicana sólo era la representación de un estereotipo racista, basada en un discurso dominante que en aquel tiempo veía a los mexicanos así.

Caricatura de John Tinney McCutcheon

Imágenes: Tomadas del libro Imperio, Revolución y Caricaturas


Juan Manuel Aurrecoechea, historiador mexicano, explica por qué el discurso de aquel viñetista fue normalizado por él. Este es un fragmento de un articulo denominado John Tinney McCutcheon caricaturiza Mexico bárbaro, escrito por  Luis Carlos Sánchez: "es una construcción histórica que tiene que ver con muchos discursos y de la cual McCutcheon participa, él lo hace con una ideología natural. Sí, es un conspirador, tiene un plan maquiavélico y está muy consciente de lo que hace, pero además está convencido de que eso es lo lógico".

Vamos a ver aquí un ejemplo de las caricaturas de Lusbel, caricaturista de el periódico El Diario, que puede ser considerado muy de la tendencia de McCutcheon. Quizás esta siguiente caricatura parezca irónica (Añez con el ave de la paz y con un látigo), pero no, no la es, porque si ven las caricaturas de Lusbel en el conflicto de noviembre, entenderán que sus caricaturas estigmatizaron todo el tiempo las movilizaciones de El Alto como una amenaza o como una movilización "manipulada". Así que su tendencia es más de mostrar a Añez como el equilibrio entre la paz y el orden hacia los "sediciosos". 

Publicado el 20 de noviembre del 2019.







He aquí otra caricatura de Lusbel que cae también en la estigmatización sobre las personas que querían la aprobación de una Ley de Garantías. Lo simplista en esto es que Lusbel no leyó la propuesta de ley, ni siquiera la critica como tal (porque se podía cuestionar esta ley de muchas formas), sino que cae en los rumores y en el discurso dominante del oficialismo que decía a gritos que esto era una ley para darle impunidad al masismo. Pero más allá de eso, la caricatura cae en la promoción del barbarismo del "otro". Esto es típico cuando los y las caricaturistas tienen un escaso entendimiento de la coyuntura, tienden a  denigrar al otro como inferior, con simbolismos gráficos. ¡Ojo! Lusbel ya tuvo una denuncia por Ni una Menos en 2016, por caricaturas machistas.

Publicado el 19 de enero de 2020.




Es que las caricaturas no por ser de un artista, se salvan de caer en el simplismo de los estigmas raciales y Disney es una muestra clara de ello en su película "Fantasía" (1940), en donde las personas negras son totalmente estigmatizadas como sirvientes de los potrillos blancos y rubios. Otro ejemplo es la portada del libro "La historias del pequeño negrito Sambo" (1899), conocido por sus imágenes racistas y exageraciones físicas del niño negro. El problema es que se les asocia a los monos, como forma de deshumanización. Algo que incluso se vio en partidos de fútbol en donde se les gritaba "mono" o se lanzaba bananas a jugadores negros. 

Película "Fantasía" (1940).

"La historias del pequeño negrito Sambo" (1899)

En Bolivia, se le dice "llama" a las personas con rasgos indígenas o se les dice salvajes, o  peor, se hace burla de su forma de hablar con la frase de "awra she, guirra ciwil". Y esto normalizado, no sólo en las redes sociales, sino también en los ilustradores, que en el conflicto del año pasado, ya generaban imágenes e incluso memes al estilo más racista. 

Esta imagen seguro la has visto en muchos lados, la usan para burlarse de la población aymara o alteña.  Es una de las ilustraciones de Luigi Cabrera. Las proporciones y detalles que le da a su dibujo no son casuales, son exageraciones, para aparentarle una deshumanización: ¿a qué se puede asociar esta dibujo? ¿Les suena la palabra "orcomasistas"? Por suerte de muchos racistas, hay ilustradores así, para usar su trabajo y reproducir estos conceptos racistas, sin que reciban ningún tipo de sanción. Además que esta ilustración estigmatiza a una población hacia una tendencia partidista, típica perspectiva miope de algunos artistas. 

Publicado el 6 de noviembre de 2019.


A partir de las ilustraciones o memes, es que se ha reforzado o se refuerza estigmas racistas. Aquí otro trabajo, que no es una ilustración, pero es de una ilustradora, se llama Rafaela Rada. Este trabajo cae en la misma estigmatización de las personas movilizadas en noviembre del año pasado, al estilo McCutcheon, tratándolos de cavernícolas salvajes o como ella escribe "peligrosamente ignorantes y violentos". Me enteré que pronto sacará un cómic inspirado en Túpac Katari y Bartolina Sisa, pues algo así me imagino la portada. 


Publicado el 10 de noviembre de 2019. 

Bajo esto, es que Daniel Navarro Granados, mexicano profesional en Filosofía y Letras, analizó, en un artículo, los estereotipos sobre extranjeros, reproducidos en el periódico El Universal (México). Su investigación se llama ESTEREOTIPOS, XENOFOBIA Y RACISMO EN EL HUMORISMO GRÁFICO DE EL UNIVERSAL (MÉXICO, 1924-1932).


"Lo que unía a todas las representaciones del negro no era una procedencia específica ni un atuendo particular sino su color de piel; y las bromas de las que eran objeto no hacían referencia a una pertenencia nacional sino a su adscripción racial. La representación física de los negros reproducía además rasgos pertenecientes a un estereotipo importado. Sus rasgos faciales eran notablemente exagerados, tenían labios prominentes y una simplicidad en sus expresiones que remarcaba el carácter primitivo que se le asignaba a esa población", recalca Navarro.


Quizá los dibujantes o la prensa se muestran imparciales o repiten que lo son, pero siguen siendo la herramienta para perpetuar un sistema estructural de estigmas raciales que, si bien antes parecían superados en la era de Morales, ahora se desataron con mayor potencia estos días y con menos regulación. 

He aquí que Navarro identifica los aspectos que más resaltaban en la prensa para configurar al otro: "Las representaciones de los extranjeros en las caricaturas e historietas de El Universal fueron construidas alrededor de cuatro coordenadas: su indumentaria y rasgos físicos característicos, formas particulares de hablar el español, su identificación con oficios específicos y la encarnación de valores morales". 


Publicado el 24 de noviembre de 2019. 

 En caso de los movilizados en El Alto, los caricaturistas los graficaban con los más bajos valores morales, relacionados a la delincuencia o el salvajismo,  especificando su forma de hablar y vestir, e incluso una forma de ser, como el típico "indio pagado". Este tipo de perspectiva cedía ante un análisis más profundo del panorama y se volvía a reproducir la estigmatización social que predominaba en la opinión pública. Algo que, al parecer, también penetró en las hojas blancas de varios caricaturistas, que se suponen deberían ser críticos y no repetidores de ideas, como lo hace Javier Menchaca en esta anterior caricatura.

En esta caricatura, por ejemplo, se puede notar que los pasantes en Patacamaya, culpados de haber hecho su preste en plena cuarentena, están conviviendo con el Coronavirus. Esta versión de los hechos venía desde el gobierno, pero se repetía sin el más mínimo cuestionamiento, cuando el preste se realizó a partir del 12 hasta el 16 de marzo, según la invitación que se compartía en redes sociales: el momento en el que se suspendieron las clases a nivel nacional y se tomaron algunas medidas. Sin embargo, no había cuarentena total aún. Eso se ejerció recién el 22 de marzo, pero Menchaca sigue reproduciendo la "versión oficial" del gobierno y realiza un trabajo con estigmas de valor moral en los personajes de su dibujo (todos son unos borrachos), pero no dibujó nada acerca del cura enfermo que se paseó por varias iglesias sin el mínimo cuidado, o de las iglesias en la zona sur que seguían dando misa en la primera etapa de la cuarentena.  



Publicado el 11 de abril de 2020.


Ahora sí, hablemos de Abel Bellido Córdova (Abecor), humorista gráfico, aunque muy poco de humor veo en su trabajo. Personalmente admito que alguna vez me gustó su arte, pero de a poco hubo un desencantamiento por sus conceptos trillados y su "fanatismo" por el antimasismo, algo que, considero, ha disminuido su calidad como un analista crítico.


Veamos estas imágenes de Abecor que, pienso, han caído en los estigmas y el chismerío político de la "versión dominante" sobre el otro. 



Publicado el 7 de abril de 2020. 

Veamos, la versión oficial del gobierno cuando salieron a manifestarse gente en Riberalta y de otros lugares del país era que estas movilizaciones en contra de la cuarentena eran lideradas por masistas. Por otra parte, los estigmas sociales centrados en que las personas que desacatan la cuarentena son unos ignorantes, predominaba la opinión social y política, pero es porque se refuerza esta idea a partir del discurso del oficialismo, que lo reduce a esa visión. Es que es una conclusión muy simplista y facilona, en donde se puede caer fácilmente ¿Qué hizo Abecor? Pues nada, que reprodujo la misma versión de estos líderes del poder y del conjunto social, reforzando el discurso de "ignorancia" sobre el "desobediente" y claramente se lo puede ver en este dibujo. Y es que estas movilizaciones se han dado a nivel mundial. El hambre y la pobreza no son masistas, son humanas, y las movilizaciones o saqueos en otros países y este, van más allá del discurso de "ignorancia". Pero bueno... ahí tienen a Abecor dibujando cabezas huecas a los "rebeldes sin causa" ¡Qué análisis tan profundo!

"¿Qué tenemos que hacer los caricaturistas críticos? Para tener algo que criticar, tienes que estar muy bien informado (...) La información es un bien común y se necesita para la toma de decisiones y si nos volvemos cómplices de mentiras, de verdades a medias, ¿qué va a pasar? Vamos a tomar decisiones equivocadas (…) Y yo no quiero estar del lado de las personas que quieren verle la cara a la gente", decía Rapé (Rafael Pineda), caricaturista mexicano en una entrevista en TV UNAM.


¿Por qué las siguientes caricaturas han molestado a la población?:



Publicado el 17 de abril de 2020. 




Publicado el 18 de abril de 2020. 

Porque repite las mismas palabras facilonas de los que están en el poder: "la irresponsabilidad es el virus" y casi siempre los "irresponsables" son la gente que más necesita salir o que más inconformes están con la cuarentena, porque son gente de escasos recursos. Yo no estoy de acuerdo con que se haya botado a los policias de Shinahota, pero la gente sigue susceptible por la muerte de sus compañeros en Sacaba el año pasado. Y ¿de quién es la culpa? ¿De ellos? Pienso que si Abecor fuese un potente crítico iría más allá de ponerle una cara de coronavirus a todo aquel que responda contra el gobierno. Además,  dibujar como el virus siempre a gente del Trópico de Cochabamba o a mujeres de pollera, pues reproduce los mismos estigmas racistas con los que varios caricaturistas han seguido y siguen reforzando la inferiorización del otro. No hay nada más cómodo que reproducir la versión del poder sin cuestionarla.


"Ahora todos se suben al carro de la crítica, pero casi nadie dijo algo cuando la chica del video (Stephanie Herela) salió en la prensa argumentando que debido a la ignorancia de los bolivianos, se debía militarizar el país (El Deber, 28 de marzo). Todos parecían de acuerdo con la lógica de que la a pobreza se la combate con palo y violencia. Claro, siempre y cuando el ignorante sea el otro. El del barrio pobre, el inmigrante, el narcoterrorista. Esa horda de otros que no dejan construir a los buenos, los que entienden, los que siguen los mandatos sociales para mantener los privilegios en su lugar de siempre". Fragmento del artículo "La sociedad de Herelas: de la pornomiseria a la pornocaridad", de Rolando Aparicio. Si en estos días alguien desobedece la cuarentena, lo más común es que Abecor le ponga una cara de coronavirus, y bueno... su trabajo se ha vuelto predecible. 

Hay muchas más caticaturas, memes o ilustraciones que puedo mostrar como ejemplos, pero la cantidad no es el punto, el punto es lo preocupante de la viñeta política, como el trabajo periodístico, ya que han reducido su visión de investigación a solo seguir un discurso sin el abordaje del tema con más profundidad. Se sigue la línea que el gobierno y su "versión oficial" determinen, eso pasa y eso es grave, porque quiérase o no, los medios tienen el poder de dirigir la opinión pública a donde se les plazca, y pueden, con intenciones o sin ellas, normalizar el discurso racista.  Y esto se ha ido desarrollando desde el conflicto del año pasado, sin ningún tipo de cuestionamiento ni desde los mismos caricaturistas o los medios de prensa y tampoco desde las instancias gubernamentales.  


Pero... pero, con esto no quiero manifestar que estoy a favor de que amenacen a los caricaturistas o dibujantes, como pasó con Abecor o Al-Azar, porque tienen la libertad de pensar y opinar diferente y está bien. Lo que muestro aquí es una forma de entender estos trabajos a partir de lo que la historia ha naturalizado  y lo que se está naturalizando peligrosamente ahora en Bolivia.

La crítica social no es un don de solo periodistas o humoristas gráficos, es algo que todos tenemos, pero que debe ser reforzado con información y un análisis más profundo. Varios caricaturistas a nivel mundial han cometido errores, incluso sin darse cuenta han caído en estigmas racistas. Su trabajo no deja de ser importante para el lente de la crítica, pero el trabajo ya no se esfuerza mucho en mostrar otro enfoque o alternativa, sino que repite el mismo discurso del poder.

Porque como dijo Abecor alguna vez: "el caricaturista interpela mucho más. No es el concepto de humor al que directamente apunta, sino que interpela, hace una especie de mirada de otro tipo". ¡Ojo! Lo dijo Abecor, me parece una frase muy potente, pero el reto es cómo lograr la interpelación sin llegar a la estigmatización y los estereotipos raciales. 


Una frase que me parece imprescindible es la de Plantu (Jean Plantureux) caricaturista francés: "una caricatura puede hacer reír, provocar indignación o sorpresa. Pero siempre tiene que generar una sensación. A veces, es una declaración orgullosa de principios".  

lunes, 16 de diciembre de 2019

Álvaro, el niño que cautivó con el "¡Jallalla las mujeres de pollera!"

Me he recordado de mi abuelita, era de pollera, y por eso he gritado eso

Álvaro, el niño que gritó ¡jallalla las mujeres de pollera!
Quya Reyna (Reyna Suñagua)
16 de diciembre de 2019
Rutinas de Camaleón

Álvaro fue a comer con su papá un caldo de res por la zona de Ballivián, aunque no le gustara, ya no había más que comer por ahí y tenía mucha hambre. El padre empezó a grabarle, porque el niño tuvo miedo al percibir que, mientras comían, se acercaba una marcha. ¡Cómo te vas a asustar! ¡Te voy a filmar!, le decía su padre, tomando su celular y enfocándolo a él. Sorprendido quedó al notar que al pasar la marcha en defensa de la wiphala, muy cerca de ellos, el niño empezaba a repetir las consignas de los y las marchistas con total calma, mientras tenía comida aún en la boca: “la wiphala se respeta, carajo…”. El padre seguía grabando y después de una pausa, su hijo levantó su pequeño puño y en un esfuerzo por ser escuchado, gritó “¡jallalla las mujeres de pollera!”… “Jallalla”, le respondieron los marchistas conmovidos, tanto, que lo aplaudieron y uno de ellos salió del grupo de personas y lo abrazó con un “¡bravo, bravo!”.

Antonia es la madre de Álvaro, nos encontramos por la feria 16 de Julio, caminando en búsqueda de un lugar donde conversar, nos acompaña su hija también. En el trayecto, me cuenta que Álvaro está en Tarija, viajó en cuanto terminaron las clases. Un refresco acompaña la charla en un pequeño café, mientras doña Antonia me sigue contando cómo es que se difundió aquel famoso video en el que Álvaro aparecía gritando el “jallalla”.

“Ese video yo le he pasado a mi hermana y mi hermana le ha pasado a su hija, y ella lo ha subido a Facebook. Yo jamás me he imaginado que iba a ser así de viral, nada… Muchas personas han comentado el video, felicitándole y él les agradece a todos”, comenta Antonia, esperando a que Álvaro conteste la video llamada que le está haciendo.

Juan Álvaro, así se llama el niño alteño. Quería ponerle Evo, pero no me gustaba.  Así que le puse el otro nombre del presidente: Juan. “Álvaro” es por el vicepresidente, por eso se llama Juan Álvaro, me aclara su mamá. Tiene 12 años y es un estudiante ejemplar en su curso, según me cuenta.




“Álvaro, la señorita quiere hablar contigo”, le dice su madre emocionada cuando contesta. Se ve tan cómodo sentado en su cama, tiene los cachetes rojos por el calor que hay en Tarija, pero se nota con mucha energía y muy dispuesto a conversar.

Hola, Álvaro, estoy muy feliz de conocerte, te has vuelto muy popular en las redes debido a tu participación en una marcha de El Alto. Para empezar, ¿quisieras contarme un poco de ti? Lo que desees.

 Me llamo Álvaro, me gusta comer, mi platillo favorito es el pique. Me gusta pasarla bien con mi familia y mis amigos, me llevo bien con mis amigos y vamos a jugar muchas veces fútbol, todo lo normal…

 Álvaro también sé que te gusta la robótica, cuéntanos sobre eso.

Me gusta porque es interesante. Mi padre es electricista y la electricidad también es como robótica. Quisiera ser electricista para saber más sobre robótica.

“La robótica le gusta, me hace comprar unos motorcitos en los rieles de la feria. Me hace comprar unos de juguetes, con eso arma y trata de crear algo. Siempre ha hecho eso, no sé, le gusta eso. Desarma los autitos y le gusta armar”, me acordé que me contaba doña Antonia al servir el refresco, antes de llamar a Álvaro.

    Súper, Álvaro, a ver… quisiera saber ¿cómo es que llegaste hasta ahí, a presenciar la marcha de las Wiphalas ese día?

Yo estaba yendo a la 16 de Julio con mi papá y en ese momento venía la marcha. Creo que yo quería ir luego con ellos, sentí impotencia. Vi en la Tv que habían quemado la wiphala y no me gustó, porque la wiphala es como si fuéramos nosotros, es un insulto para mí que lo hayan quemado.

Llegaste allá y viste pasar la marcha… ¿cómo es que nació esa motivación por gritar “¡jallalla las mujeres de pollera!”?

Es que me da una rabia ver cómo esas personas quemaron la wiphala que nos representaba y por eso estaba así, gritando con ellos, y también me he recordado de mi abuelita, era de pollera y por eso he gritado eso.

¿Cómo te sentiste al ver la reacción de la gente después de que emitiste ese grito?

 La gente se puso alegre de eso y me dieron un abrazo, me sentí bien. Yo no pensaba que la gente iba a gritar conmigo, pero han gritado.

¿Cómo te sientes al saber que hay mucha gente que te conoce debido a eso y que incluso te felicita y te agradece?

 Siento que tengo más amigos y que me pueden ayudar alguna vez y que son muy valiosos para mí. Mi prima lo subió al Facebook y luego me dijeron que tenía hartas visitas y luego veía los comentarios y muchos estaban felicitándome…

 ¿Qué te escribía la gente más o menos? ¿con qué mensaje te has quedado?

 Con esto de que voy a ser presidente…

 ¿Y tú quisieras ser presidente? ¿Te gustaría?

 Más o menos

     Y si  lo fueras ¿qué cambiarías del país?

    Cambiaría la discriminación a los indígenas y a las mujeres de pollera.

      Tu mamá también es de pollera, ¿qué significa para ti eso?

  Significa que es más valiosa que todos los diamantes, ella me cuida desde pequeño.

Antonia interrumpe las palabras de su hijo con un “papitoooo”, palabras que sin duda le han llegado al corazón.



Antonia, la madre de Álvaro. 


  ¿Qué opinas sobre las marchas que se realizaron en El Alto?

     Opino que las personas son como hormiguitas, y que cuando algo malo se les presenta, todas irán a solucionarlo. Una sola no puede, sino todos tienen que ir.

  Álvaro, si tuvieras que identificarte con un personaje boliviano, ¿con cuál sería?

  Con Túpac Katari, porque él defendía a su pueblo. 

     Para finalizar, Álvaro, ¿qué mensaje le dices a todas esas personas que te felicitan por tu valor?

  Les diría que gracias por los buenos comentarios, les agradezco mucho. Y que cuando sepa, voy a ir a las marchas, para seguir gritando y defender a las mujeres de pollera.

Me despido agradecida de Álvaro y Antonia empieza a despedirse de él, mientras cuelga el teléfono, algunas gotas de lágrimas caen de sus ojos, “lo extraño”, dice con la voz quebrada, “es mi fuerza de vivir”, limpia las lágrimas con sus dedos.

Antonia me muestra fotos de Álvaro mientras partía a Tarija, cuando fueron a un nevado, cuando fue a visitar a sus familiares, mientras paseaban por el lago Titicaca… “siempre saca un pulgar arriba en sus fotos”, le digo mientras observo. “¡Ay, no me había dado cuenta, debe ser porque su papá igual es!”, me dice Antonia.

Álvaro es un niño que conversa con las caseras para que les rebaje el precio, es de los niños que no vuelve a casa hasta encontrar  en alguna tienda lo que su mamá le pidió, es de aquellos que puede crear un poema de forma muy rápida y recitarlos con facilidad, hace, como lo dijo él, "todo lo normal". 

Ya es hora de despedirse, tomo un minibús y mientras el maestrito empieza a vocear, yo me pongo a ver en Facebook al niño que con su grito conmovió a varios alteños y alteñas en un día en el que más se necesitaban de nuevas voces y nuevo aliento. “¡Jallalla las mujeres de pollera!”, es una frase que puede ser emitida por una persona como Álvaro, pero El Alto nos ha enseñado que es un grito al que todos deberíamos responder con otro “¡jallalla!”. Así se construyen las nuevas voces, apoyadas unas en otras. 






viernes, 18 de octubre de 2019

EL ALMATROSTE: LA ÚLTIMA MADRUGADA



Cuadro que se encuentra en el Almatroste, de la artista Antagónica Furry.

"Quya" Reyna 

Escritora de un poquito de 
esto y un poquito de aquello.
Viernes, 18 de octubre de 2019

"¡¿Con qué derecho la música de Gilda me despierta?!" (se agarra la cabeza, el ch’akhi le es insoportable).

¿Se acuerdan el capítulo de Los Simpsons en donde Springfield está abarrotada de cámaras de vigilancia? Ned Flanders está como vigilante, junto con otros vecinos, y jode a cada rato con no hacer cosas "indebidas" en la calle. Bart descubre, gracias a su trasero, que una parte de su patio no está vigilada por una cámara y, por eso todos los de Springfield se dirigen allí a hacer lo que se les da la gana con la garantía de que nadie los va a joder. 

Bueno, para mí, el Almatroste es como ese pedazo de patio: el lugar que te da el placer de materializar lo "incorrecto" sin que nadie te joda. No caminamos desnudos, usando una máscara de payaso como taparrabos, pero si se lo hubieramos propuesto  a la Bea o al César, yo creo que hubieran aceptado. Y como dice Bart en ese episodio: "Bienvenidos a las esquinas del caos, el patio del placer, el triángulo de Satanás, el único lugar en la ciudad en donde las cámaras no pueden verlos y las leyes no pueden tocarlos"; pues... bienvenidos y bienvenidas al Almatroste. 


"Bienvenidos a las esquinas del caos, el patio del placer, el triángulo
de Satanás, el único lugar en la ciudad en donde las cámaras no pueden
 verlos y las leyes no pueden tocarlos"
.

“El Alma”, como me lo hicieron conocer desde el principio, fue uno de los pocos espacios en donde podía sentirme relajada, sin que nadie me critique o me jodiera, porque ahí son buena onda o de todas formas todos están ebrios y no tienen tiempo para eso, "Ajá", pero ya en serio, es un lugar agradable, cómodo y en verdad muy humano: ya que nos muestra lo que somos en todas nuestras dimensiones como especie: desde los más pervertidos y asquerosos, hasta los más sexis bailarines de cumbia, cuando ponen un temita bien locochón.

Me acuerdo la primera vez que lo conocí, me llevó una amiga. Me dijo que era un buen lugar para beber un té con té a lo tranquis, se sentó en el colchón de paja que tienen como asiento, y luego un aviso: “el baño nomás es un desastre”. Desde aquel momento no supe ir a otro lugar que no sea ese, a veces con amigos, a veces con el novio, o a veces sola, al final estoy aquí medio ebria o medio no sé qué, sacándole fotos a su baño.

En una habitación de dimensiones desonocidas, pero de aspecto acogedor, se chocan nucas, se rozan cuerpos y el sudor se expone en la frente de hombres y mujeres, haciendo brillar su piel. Las gradas de la entrada, donde ya antes me había partido el culo de una caída, están abarrotadas de gente que espera, como todos, encontrar un pequeño espacio entre la multitud, en donde un cigarrillo en manos de algún despistado no les queme el cabello o puedan beber sin echarse encima la cerveza, por el empujón de algún desconsiderado: un espacio donde puedan estar cómodos pues.

La doña Inés, vendedora de cigarrillos, se encuentra sentada como cada noche en un rincón cerca de las gradas, escondida entre la gente que se acumula a su lado, casi invisible. Si no fuera por su caja llena por las coloreadas cajetillas de Derby o Camel, no sé si la notaría, hay mucha gente. Alguna vez platiqué con ella, no recuerdo bien lo que hablamos, solo sé que no puedo imaginar la entrada del Alma sin ella ahí sentada.

La gente sigue llegando y mientras me estiro para ver el escenario, algunos hombres, entre poetas y amigos del Alma, se suben para regalar una despedida y un homenaje a un escritor llamado “Ioshua” en versos: poemas variados, poemas interesantes, poemas… “Salud por este culo que está lleno de pija que me hizo feliz…” algo así escucho de uno de ellos, mientras no miro más que la espalda amplia de un chango que no para de aplaudir a la hora de escuchar cada frase que el poeta emite. No puedo ver el escenario, no puedo ver nada más que lo que me rodea en un radio de 2 metros. 

Me encuentro a un amigo, un saludo, una cerveza, fuego y pucho. ¡ah! La vida. Ahora mismo se pasan por mi cabeza las puteadas de la Bea a los huevones que les gustaba armarrbronca, recuerdo las veces en que me encontré a alguna amiga que no había visto de tiempo, a los extranjeros que preguntaban alguna vez sobre un detalle en el aspecto del lugar “¿Qué significa esa máscara de ahí?”, refiriéndose a la máscara de un "moreno", las veces en que, en estado etílico, me ponía a leer los escritos que habían en las botellas de singani y alguna que otra charla desabrida entre amigos, charlas sin sentido, o con todo el sentido que le encontrábamos en algún momento de lucidez, motivados por beber más. 

“Mirar es necesario, navegar es necesario, vivir no es necesario…”, dice alguien más que lee poemas en el escenario, y nuevamente solo espaldas, espaldas, cabezas y espaldas. Un trago más directamente de la botella de un Judas, y me encuentro con otros amigos.

Alguna vez leí en el baño del lugar: “Fuma, folla, bebe, que la vida es breve” y en el Alma puedes fumar, beber y follar: ¿follar? Como me dice una chica que hace conversa en la fila para entrar al baño: “si los baños hablaran”... muestra una risa picarezca.

Y pues, como cualquier lugar "underground", el Alma encierra en las paredes de sus baños una serie de graffitis, escritos, stickers, pintarrajeadas... que, distinto de otros, no llevan mensajes como los de los baños habituales. Es un diario libre en donde la gente se ha dedicado a escribir mensajes políticos después de cagar, orinar o coger (o quizá antes de hacerlo). "¡ay! Si los baños hablaran", repite ella nuevamente, “pero sí hablan”, le digo casi riéndome. “¿no ves?” y le señalo toda la decoración léxica y gráfica de las paredes.


“Fuma, folla, bebe, que la vida es breve”.

Las serpentinas desteñidas envolviendo particulares banderines artesanales colgadas del techo se ven aún llenas de noche, de fiesta. Las cajas de DVD’s ¿o MP3's? apiladas en un estante y uno que otro letrero del transporte público o de las "FOTOCOPIAS" también puestos como adornos se ingoran ahora, todos quieren ver hacia adelante, de todas formas no se puede voltear hacia atrás, estamos encerrados entre cuerpos ajenos. El humo de los cigarrillos se difumina en el espacio, mezclándose con el aliento de quienes gritan con las manos en el aire. Algunos vasos suenan y una que otra risa se escucha, escapándose de la bulla de los que platican.

Subo al escenario para decir no sé qué, y desde ahí, las cabezas de la multitud parecen como el muro de piedra que se encuentra al lado de la entrada. Piedras coloridas, piedras negras, piedras con rastas, piedras chascosas y greñudas. Pienso que si me pidieran reconocer a alguien de ahí, solo sería al "Capi", por su cabellera canosa y larga, que de entre todos, es el que más se distingue en aquel muro, ese muro que ha estado ahí desde siempre. 

Debe ser medianoche y después de discursos y poesía, empieza la música y más botellas de cerveza recorren las manos de cada uno de mis amigos para beber. En los rostros se generan algunas sonrisas  y miradas efusivas. Las calaminas del escenario, los faroles con luces amarillas en la barra, el techo bajo, la casualidad de que varios están vestidos de negro, la gente alzando la voz para ser escuchados, algunos detalles... creo que solo eso puedo mirar por ahora. 

La noche se tropieza nuevamente con el Alma, asomándose por la pequeña ventana que alguna vez todos vimos, la cual nos muestra en cada borrachera que allá afuera todavía están durmiendo, que hay silencio y que también ese silencio nos espera al salir. Una luna ausente, una ciudad en penumbra: quizá nadie la note ahora, como el letrero improvisado que se encuentra en la barra “El consumo excesivo de alcohol es dañino para la salud…” y en la parte inferior, con otro color de letra: “…y no te hace más sexy ni atractivo”.

¡Ouch! Mucha cerveza, mezclada con té con té: mala decisión. Mis manos se apoyan en una mesa mientras me siento y en ella reposa mi cabeza, ¡para qué he tomado! La música sigue, el espacio se llena de más palabras, más bulla y más risas escandalosas. Veo de reojo cómo los cuerpos se frotan entre ellos por el escaso espacio que tienen para desplazarse, pero aún así no dejan de moverse, compartiendo la temperatura de sus cuerpos. ¡Qué flojera pararse! ¡Quiero dormir! 

Y es que en pocos lugares como el Almatroste, con un poco de alcohol y buena música, la gente mira y nos forzamos a dejarnos mirar por un momento, para que quizá luego experimentemos ese sentimiento que nos lleva a pensar que “NO QUEREMOS SER MÁS ESTA HUMANIDAD”.

—Quya, ¿estás bien?, levantate… ¡Ay, está tocando una de Gilda!...