"Nosotras tenemos que actuar como
psicólogas porque hay algunas familias que tienen fuertes problemas: a veces la
violencia de sus esposos, de la suegra o de los mismos hijos mayores. Esas
depresiones que tienen (las embarazadas), en el parto les complica, trae
consecuencias".
Ana Choque, partera.
Foto: Reyna Maribel Suñagua Copa
Por: Univ. Reyna Maribel Suñagua Copa (Quya)
Estudiante de Comunicación- UMSA
Lunes, 25 de febrero de 2019
Con una sonrisa en el rostro y algunos
cabellos que vuelan con el viento, Ana pasa la avenida principal de la
zona Villa Adela corriendo. Entre saltos y algunas distracciones, viene hacía
mí, para un suave estrechamiento de manos.
— Doña Ana, vamos a una placita para la entrevista.
— Vamos por aquí (me guía)
— ¿Dónde nació usted, doña Ana?
— Cerca al Cementerio de La Paz, pero
desde siempre he vivido aquí (El Alto).
— ¿Sus padres también eran de aquí?
— No, mi papá era de Copacabana y mi madre
de Luribay.
Caminamos y algunas canas se liberan de
su negro cabello. Su sonrisa brilla, no por las diminutas decoraciones de oro
que lleva, sino por la calidez que irradia al momento de mostrarse
contenta. Al hablarme, salen de sus labios sus 57 años de edad en historias,
risas y algunos comentarios de su vida: “siempre vienen a entrevistarme”, cuenta. Y no es de sorprenderse. Ana Choque es una mujer con gran experiencia
en la partería y más de una vez ha sido protagonista de algunas notas
internacionales.
El sol baña de calor la plaza “Simón
Bolívar”, en donde Ana se muestra tímida por un momento al sentarse en una
banqueta frente a la Iglesia “Virgen de Copacabana”:
— ¿Cómo creció y en qué contexto?
— Bueno, en sí, mi abuela era partera y mi mamá
también era partera, pero no atendía mucho. Mi abuela era la que más atendía.
Mi abuela era solitaria y yo era su ayudante, su compañera, desde muy pequeña, desde mis 8 años yo he estado
con ella. Ella estaba un poco mal del pie, entonces a mí me manejaba a todo lado para
que le acompañe, para que atienda sus partos. A todo lugar me llevaba.
— ¿Tiene hermanos, doña Ana?
— Sí. Nosotros éramos 5 hermanos. Han
fallecido y ahora dos estamos.
— ¿Hay alguien más de su familia que se
dedica actualmente a este oficio?
— Una de mis sobrinas está realizándose
como partera. Pero ninguno más se ha aficionado a este oficio.
— ¿Cómo inició en la partería, Ana?
¿Cuándo decidió dedicarse a esto?
— Bueno, fue una casualidad. Yo era como su ayudante de mi abuela. Entonces, hubo una ocasión, cuando tenía ya mis 15 años, y fueron a buscarle a mi abuela y no estaba. Solita estaba en la casa y se presentó
un parto y bien afligidas han venido unas señoras. Como yo siempre le
acompañaba a mi abuela, ellas me decían: “¿usted no me lo puede ir a atender?
¿No me lo puedes ir a ver?, por lo menos anda vémela” me decían. “¿Yo que haría?” decía
¿no? y me he puesto nerviosa.
Cuando fui, vi a la señora que estaba
revolcándose con dolor. Ya le había reventado el líquido. Entonces he tenido que
ayudarle. Ese rato he tenido que acordarme todas las cosas que hacia mi abuela.
Entonces todo a mi mente ha venido: cómo atendía, cómo agarraba al bebé, todo.
Siempre también he sido curiosa en
las cosas que hacía y mi abuela también me decía “ayúdame a hacer esto”, “esto
pásame”, “este otro pásame”. Incluso me hacía bañarle al bebé, aunque más
pequeña era yo, más chica era, y casi le hacía caer al bebé, porque era
resbaloso. Cada cosa que pasaba, le preguntaba a ella ¿no?: “¿por qué esto así? ¿cómo debo hacer?", por ahí nomás algo pasaba.
Justo ese día tenía que ir a atender solita
el parto. Le he tenido que recibirle (al bebé), he tenido que bañarle. He
tenido que bajarle el cordón también. Más bien que las señoras habían tenido
preparado sus cosas para amarrarle el cordón, para lavarle al bebé. Todo ya
preparadito habían tenido. Ha sido fácil manejar, solamente yo estaba bien nerviosa, era la primera vez
que solita he atendido. Estaba súper nerviosa.
— ¿Era parte de su plan de vida ser
partera? O usted soñaba con tener otra profesión.
— En sí, yo no tenía ningún plan. Antes yo
vivía, así: al azar más o menos ¿no?. Si (tenía) cosas era porque mi abuela no
me hacía faltar nada en la comida, en la vestimenta, nada me hacia faltar.
Tampoco yo había ido a la escuela hasta salir bachiller. Hasta quinto básico yo
he ido a la escuela.
Entonces, no tenía esa perspectiva de
ser una profesional. Así como me daban todo, no había tenido
una visión de ser ¿no? Pero pasando el tiempo he tenido que hacer el trabajo de mi
abuela.
— ¿Cuál ha sido su mejor experiencia como
partera?
— La mejor experiencia es de mi primer
parto normal y sin ningún riesgo y mis peores experiencias han sido partos que he
atendido con varios riesgos, con fuertes riesgos.
En sus ojos encuentras algo de
preocupación. Ana no sólo cuenta desde su experiencia como partera, sino desde su misma vivencia como madre. Recuerda que su abuela fue
quien recibió en sus brazos a su primer hijo; pero en el segundo embarazo tuvo algunas
complicaciones que, sin embargo, no impidieron que nazca su hija que, al igual que ella, se dedica a la medicina.
— ¿Ana, cómo es que usted realiza el
proceso en un parto?
— (El proceso) yo lo he heredado de mi
abuela. Solo tocando la vena, puedo encontrar en qué posición está el bebé. Lo
veo, a veces le palpo el vientre (a la madre). Entonces ya sé en qué posición
está el bebé. Como parteras, nosotras sabemos hacer pomadas calientes. Con esas
pomadas sabemos acomodar al bebé, depende de la posición en la que esté.
— Usted también realiza un acompañamiento psicológico. Cuéntenos
acerca de eso y ¿por qué le parece importante realizarlo?
— Nosotras tenemos que actuar como
psicólogas porque hay algunas familias que tienen fuertes problemas: a veces la
violencia de sus esposos, de la suegra o de los mismos hijos mayores. Esas
depresiones que tienen (las embarazadas), en el parto les complica, trae
consecuencias.
Nosotras como parteras tenemos que proceder:
vamos a su casa, le orientamos en su alimentación, desde que nos avisan de su
embarazo, para hacerle su control prenatal. Nosotras vamos y nos cuentan las
señoras la situación que está llevando ¿no?.
A veces sufren abortos, fracasos, esas
cosas. Viendo eso, nosotras tenemos que preguntarle a la señora su situación: ¿cómo vive? ¿en qué estado está? ¿cómo se está alimentando?. Cosa que no pase
nada en su parto, que sea un parto normal.
— Doña Ana ¿Qué es necesario para ser una
buena partera?
— Yo tengo mucho deseo de ayudar a mis
compañeras parteras y también a jovencitas. Porque en este tiempo están ya
casi desapareciendo las parteras. Ya son bastante mayorcitas. Yo quisiera que
aprendan las jóvenes.
A cada partera que tenga o quiera aprender yo le
diría que tengan responsabilidad. Porque esto no se trata de cualquier cosa, son vidas humanas. Especialmente cuando se presentan riesgos.
A veces dicen “qué difícil es pues
atender parto”, “es bien fácil atender el parto”. Para mí no es fácil, porque
es una responsabilidad de dos vidas. Y es una responsabilidad muy grande que
podamos aprender a atender partos. Porque muchas veces el niño nace moradito, a
veces con complicaciones, ya ahogándose. Entonces hay que saber proceder en esos momentos ¿no?
La mamá puede ser que tenga algún riesgo, hinchazón. Puede ser que tenga
anemia o que tenga diabetes ¿no?.
Cada cosa en el proceder del tiempo que haya tenido (la madre), resulta en el momento de parto. Es para mucha responsabilidad ser partera, para mí.
Cada cosa en el proceder del tiempo que haya tenido (la madre), resulta en el momento de parto. Es para mucha responsabilidad ser partera, para mí.
— Usted es presidenta del Concejo
Departamental de Parteras. Dígame ¿cuál es su experiencia como parte de este
organismo?
— Bueno, en sí, diría que como (presidenta
del) consejo de parteras, es difícil manejar esta situación, porque son mayorcitas
ya las parteras. Hay momentos en que ya no hay caso trabajar con ellas. A veces
los iniciantes son más activos, ya que quieren hacer cursos de capacitación más
que todo para la salud y para que puedan atender estos partos sin riesgos.
— ¿Qué es lo que Ana Choque siente cuando
recibe a un recién nacido?
— Mucha alegría, en primer lugar. Cuando
nace sano y llorando, para mí es (de) mucha alegría recibirle a un bebé, atenderlo y que vaya después (la madre) a hacerle sus vacunas y su control prenatal. Pese a que nosotros también
pesamos y medimos la talla ¿no? cuando nace. Es necesario sus
vacunas, su atención y hacer el seguimiento del bebé y también de la mamá.
Siempre eso estamos instruyéndole que, después del parto, tiene que hacerse ver la mamá y el niño.
— Recién usted me contó que fue a México,
a un encuentro latinoamericano de parteras. Cuéntenos ¿cómo fue su experiencia?
— Estaba en México en el mes de Noviembre.
Me ha invitado una escuela “Nueve Lunas” de Oaxaca. Ahí estaba con nueve países
encontrándome y compartiendo experiencias de cada país y cómo aprenden.
Estaba bonito, ha sido una cosa buena, un compartimiento bueno el saber, de
cada país, cómo se atiende (a la paciente), cómo están coordinando con sus Estados también. Ha sido muy bonito participar en ese encuentro.
Habían pura parteras y tenían mucha experiencia. En otros países están más adelantados y están coordinando con los médicos académicos también. También hay países que, al igual que aquí, no les quieren recibir a veces los médicos a las parteras. Estamos a veces discriminadas las parteras ¿no?, aunque nosotras hacemos también lo que ellos hacen. Pero a veces nos discriminan.
Habían pura parteras y tenían mucha experiencia. En otros países están más adelantados y están coordinando con los médicos académicos también. También hay países que, al igual que aquí, no les quieren recibir a veces los médicos a las parteras. Estamos a veces discriminadas las parteras ¿no?, aunque nosotras hacemos también lo que ellos hacen. Pero a veces nos discriminan.
Pero igual hay allá y en otros países
las comadronas, por ejemplo, en Guatemala así se habían sabido llamar y en otros lados: matronas, comadronas. Hemos formado también un concejo a nivel latinoamericano de
parteras, donde estamos los nueve países incluidos y creo que va a llevarse en
Brasil la próxima reunión.
Entre extranjeras y bolivianas: Ana
cuenta que antes eran las mujeres de los sectores populares las que demandaban
su servicio. Pero actualmente hasta extranjeras piden que ella sea quien
acompañe su parto. Esta mujer, nacida en La Paz, ha viajado con su q’ipi, que es como el maletín del
tradicional médico, por toda Bolivia. Incluso fue al extranjero, para acompañar el
parto de varias mujeres. Una de sus experiencias es Brasil, país al que fue con todos los gastos pagados, debido a la solicitud de una boliviana que se encontraba a punto de dar a luz.
Con el awayo en la espalda, con la chuspa colgada en su cuerpo, con ese sombrero que cubre su rostro; Ana sale de su casa para viajar con sus pies donde pronto una mujer se abrazará con unas diminutas manos y besará en el aire el llanto de un ser que Ana pronto tendrá en sus brazos para ser la primera en darle la bienvenida al mundo.
Si quieres ver la entrevista, ingresa a estos enlaces. Si lo ves por celular, te recomiendo que uses unos audífonos, debido a algunas fallas en el sonido:
https://www.youtube.com/watch?v=6H88f6HP5vo
https://www.youtube.com/watch?v=Wk3mXNzjrvk
Con el awayo en la espalda, con la chuspa colgada en su cuerpo, con ese sombrero que cubre su rostro; Ana sale de su casa para viajar con sus pies donde pronto una mujer se abrazará con unas diminutas manos y besará en el aire el llanto de un ser que Ana pronto tendrá en sus brazos para ser la primera en darle la bienvenida al mundo.
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