lunes, 25 de febrero de 2019

No sólo partera, también psicóloga: Ana Choque lleva más de 40 años en este oficio

"Nosotras tenemos que actuar como psicólogas porque hay algunas familias que tienen fuertes problemas: a veces la violencia de sus esposos, de la suegra o de los mismos hijos mayores. Esas depresiones que tienen (las embarazadas), en el parto les complica, trae consecuencias".

Ana Choque, partera. Foto: Reyna Maribel Suñagua Copa

Por: Univ. Reyna Maribel Suñagua Copa (Quya)
Estudiante de Comunicación- UMSA
Lunes, 25 de febrero de 2019

Con una sonrisa en el rostro y algunos cabellos que vuelan con el viento, Ana pasa la avenida principal de la zona Villa Adela corriendo. Entre saltos y algunas distracciones, viene hacía mí, para un suave estrechamiento de manos.

    Doña Ana, vamos a una placita para la entrevista.
    Vamos por aquí (me guía)
    ¿Dónde nació usted, doña Ana?
    Cerca al Cementerio de La Paz, pero desde siempre he vivido aquí (El Alto).
    ¿Sus padres también eran de aquí?
    No, mi papá era de Copacabana y mi madre de Luribay.

Caminamos y algunas canas se liberan de su negro cabello. Su sonrisa brilla, no por las diminutas decoraciones de oro que lleva, sino por la calidez que irradia al momento de mostrarse contenta. Al hablarme, salen de sus labios sus 57 años de edad en historias, risas y algunos comentarios de su vida: “siempre vienen a entrevistarme”, cuenta. Y no es de sorprenderse. Ana Choque es una mujer con gran experiencia en la partería y más de una vez ha sido protagonista de algunas notas internacionales.

El sol baña de calor la plaza “Simón Bolívar”, en donde Ana se muestra tímida por un momento al sentarse en una banqueta frente a la Iglesia “Virgen de Copacabana”:

— ¿Cómo creció y en qué contexto?

— Bueno, en sí, mi abuela era partera y mi mamá también era partera, pero no atendía mucho. Mi abuela era la que más atendía. Mi abuela era solitaria y yo era su ayudante, su compañera, desde muy pequeña, desde mis 8 años yo he estado con ella. Ella estaba un poco mal del pie, entonces a mí me manejaba a todo lado para que le acompañe, para que atienda sus partos. A todo lugar me llevaba.

— ¿Tiene hermanos, doña Ana?

— Sí. Nosotros éramos 5 hermanos. Han fallecido y ahora dos estamos.

— ¿Hay alguien más de su familia que se dedica actualmente a este oficio?

— Una de mis sobrinas está realizándose como partera. Pero ninguno más se ha aficionado a este oficio.

— ¿Cómo inició en la partería, Ana? ¿Cuándo decidió dedicarse a esto?

— Bueno, fue una casualidad. Yo era como su ayudante de mi abuela. Entonces, hubo una ocasión, cuando tenía ya mis 15 años, y fueron a buscarle a mi abuela y no estaba. Solita estaba en la casa y se  presentó un parto y bien afligidas han venido unas señoras. Como yo siempre le acompañaba a mi abuela, ellas me decían: “¿usted no me lo puede ir a atender? ¿No me lo puedes ir a ver?, por lo menos anda vémela” me decían. “¿Yo que haría?” decía ¿no? y me he puesto nerviosa.

Cuando fui, vi a la señora que estaba revolcándose con dolor. Ya le había reventado el líquido. Entonces he tenido que ayudarle. Ese rato he tenido que acordarme todas las cosas que hacia mi abuela. Entonces todo a mi mente ha venido: cómo atendía, cómo agarraba al bebé, todo.

 Siempre también he sido curiosa en las cosas que hacía y mi abuela también me decía “ayúdame a hacer esto”, “esto pásame”, “este otro pásame”. Incluso me hacía bañarle al bebé, aunque más pequeña era yo, más chica era, y casi le hacía caer al bebé, porque era resbaloso. Cada cosa que pasaba, le preguntaba a ella ¿no?: “¿por qué esto así? ¿cómo debo hacer?", por ahí nomás algo pasaba.

Justo ese día tenía que ir a atender solita el parto. Le he tenido que recibirle (al bebé), he tenido que bañarle. He tenido que bajarle el cordón también. Más bien que las señoras habían tenido preparado sus cosas para amarrarle el cordón, para lavarle al bebé. Todo ya preparadito habían tenido. Ha sido fácil manejar, solamente yo estaba bien nerviosa, era la primera vez que solita he atendido. Estaba súper nerviosa.




— ¿Era parte de su plan de vida ser partera? O usted soñaba con tener otra profesión.

— En sí, yo no tenía ningún plan. Antes yo vivía, así: al azar más o menos ¿no?. Si (tenía) cosas era porque mi abuela no me hacía faltar nada en la comida, en la vestimenta, nada me hacia faltar. Tampoco yo había ido a la escuela hasta salir bachiller. Hasta quinto básico yo he ido a la escuela.

Entonces, no tenía esa perspectiva de ser una profesional. Así como me daban todo, no había tenido una visión de ser ¿no? Pero pasando el tiempo he tenido que hacer el trabajo de mi abuela.

— ¿Cuál ha sido su mejor experiencia como partera?

— La mejor experiencia es de mi primer parto normal y sin ningún riesgo y mis peores experiencias han sido partos que he atendido con varios riesgos, con fuertes riesgos.

En sus ojos encuentras algo de preocupación. Ana no sólo cuenta desde su experiencia como partera, sino desde su misma vivencia como madre. Recuerda que su abuela fue quien recibió en sus brazos a su primer hijo; pero en el segundo embarazo tuvo algunas complicaciones que, sin embargo, no impidieron que nazca su hija que, al igual que ella, se dedica a la medicina.

— ¿Ana, cómo es que usted realiza el proceso en un parto?

— (El proceso) yo lo he heredado de mi abuela. Solo tocando la vena, puedo encontrar en qué posición está el bebé. Lo veo, a veces le palpo el vientre (a la madre). Entonces ya sé en qué posición está el bebé. Como parteras, nosotras sabemos hacer pomadas calientes. Con esas pomadas sabemos acomodar al bebé, depende de la posición en la que esté.

— Usted también realiza un acompañamiento psicológico. Cuéntenos acerca de eso  y ¿por qué le parece importante realizarlo?

 Nosotras tenemos que actuar como psicólogas porque hay algunas familias que tienen fuertes problemas: a veces la violencia de sus esposos, de la suegra o de los mismos hijos mayores. Esas depresiones que tienen (las embarazadas), en el parto les complica, trae consecuencias.

Nosotras como parteras tenemos que proceder: vamos a su casa, le orientamos en su alimentación, desde que nos avisan de su embarazo, para hacerle su control prenatal. Nosotras vamos y nos cuentan las señoras la situación que está llevando ¿no?.

A veces sufren abortos, fracasos, esas cosas. Viendo eso, nosotras tenemos que preguntarle a la señora su situación: ¿cómo vive? ¿en qué estado está? ¿cómo se está alimentando?. Cosa que no pase nada en su parto, que sea un parto normal.

— Doña Ana ¿Qué es necesario para ser una buena partera?

— Yo tengo mucho deseo de ayudar a mis compañeras parteras y también a jovencitas. Porque en este tiempo están  ya casi desapareciendo las parteras. Ya son bastante mayorcitas. Yo quisiera que aprendan las jóvenes.

A cada partera que tenga o quiera aprender yo le diría que tengan responsabilidad. Porque esto no se trata de cualquier cosa, son vidas humanas. Especialmente cuando se presentan riesgos.

A veces dicen “qué difícil es pues atender parto”, “es bien fácil atender el parto”. Para mí no es fácil, porque es una responsabilidad de dos vidas. Y es una responsabilidad muy grande que podamos aprender a atender partos. Porque muchas veces el niño nace moradito, a veces con complicaciones, ya ahogándose. Entonces hay que saber proceder en esos momentos ¿no? La mamá puede ser que tenga algún riesgo, hinchazón. Puede ser que tenga anemia o que tenga diabetes ¿no?.

 Cada cosa en el proceder del tiempo que haya tenido (la madre),  resulta en el momento de parto. Es para mucha responsabilidad ser partera, para mí.

— Usted es presidenta del Concejo Departamental de Parteras. Dígame ¿cuál es su experiencia como parte de este organismo?

— Bueno, en sí, diría que como (presidenta del) consejo de parteras, es difícil manejar esta situación, porque son mayorcitas ya las parteras. Hay momentos en que ya no hay caso trabajar con ellas. A veces los iniciantes son más activos, ya que quieren hacer cursos de capacitación más que todo para la salud y para que puedan atender estos partos sin riesgos.


— ¿Qué es lo que Ana Choque siente cuando recibe a un recién nacido?

— Mucha alegría, en primer lugar. Cuando nace sano y llorando, para mí es (de) mucha alegría recibirle a un bebé, atenderlo  y que vaya después (la madre) a hacerle sus vacunas y su control prenatal. Pese a que nosotros también pesamos y medimos la talla ¿no? cuando nace. Es necesario sus vacunas, su atención y hacer el seguimiento del bebé y también de la mamá. Siempre eso estamos instruyéndole que, después del parto, tiene que hacerse ver la mamá y el niño.

— Recién usted me contó que fue a México, a un encuentro latinoamericano de parteras. Cuéntenos ¿cómo fue su experiencia?

— Estaba en México en el mes de Noviembre. Me ha invitado una escuela “Nueve Lunas” de Oaxaca. Ahí estaba con nueve países encontrándome y compartiendo experiencias de cada país y cómo aprenden.

Estaba bonito, ha sido una cosa buena, un compartimiento bueno el saber, de cada país, cómo se atiende (a la paciente), cómo están coordinando con sus Estados también. Ha sido muy bonito participar en ese encuentro. 

Habían pura parteras y tenían mucha experiencia. En otros países están más adelantados y están coordinando con los médicos académicos también. También hay países que, al igual que aquí, no les quieren recibir a veces los médicos a las parteras. Estamos a veces discriminadas las parteras ¿no?, aunque nosotras hacemos también lo que ellos hacen. Pero a veces nos discriminan.

Pero igual hay allá y en otros países las comadronas, por ejemplo, en Guatemala  así se habían sabido llamar y en otros lados: matronas, comadronas. Hemos formado también un concejo a nivel latinoamericano de parteras, donde estamos los nueve países incluidos y creo que va a llevarse en Brasil la próxima reunión.

Entre extranjeras y bolivianas: Ana cuenta que antes eran las mujeres de los sectores populares las que demandaban su servicio. Pero actualmente hasta extranjeras piden que ella sea quien acompañe su parto. Esta mujer, nacida en La Paz, ha viajado con su q’ipi, que es como el maletín del tradicional médico, por toda Bolivia. Incluso fue al extranjero, para acompañar el parto de varias mujeres. Una de sus experiencias es Brasil, país al que fue con todos los gastos pagados, debido a la solicitud de una boliviana que se encontraba a punto de dar a luz. 

Con el awayo en la espalda, con la chuspa colgada en su cuerpo, con ese sombrero que cubre su rostro; Ana sale de su casa para viajar con sus pies donde pronto una mujer se abrazará con unas diminutas manos y besará en el aire el llanto de un ser que Ana pronto tendrá en sus brazos para ser la primera en darle la bienvenida al mundo.




Si quieres ver la entrevista, ingresa a estos enlaces. Si lo ves por celular, te recomiendo que uses unos audífonos, debido a algunas fallas en el sonido:




https://www.youtube.com/watch?v=6H88f6HP5vo


https://www.youtube.com/watch?v=Wk3mXNzjrvk








UMSA da la bienvenida a 206 bachilleres becados de comunidades paceñas

La modalidad de “Ingreso Directo” beneficia cada año a los bachilleres más destacados de las provincias paceñas.


Estudiantes becados en el acto de bienvenida de la UMSA. Foto: Reyna Suñagua (Quya).
Univ. Reyna Maribel Suñagua Copa
Estudiante de Comunicación- UMSA
Lunes, 25 de febrero de 2019.

En un acto formal, autoridades de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) dieron la bienvenida a 206 estudiantes becados de 85 comunidades del departamento de La Paz. El evento se realizó en el paraninfo universitario el viernes, 22 de febrero por la mañana.

Los 3 bachilleres más destacados de los municipios provinciales de La Paz accedieron a las 54 Carreras universitarias (5 estudiantes por Carrera, en las 13 Facultades de la UMSA). Esta beca, además, los beneficia con la beca comedor, seguro médico (PROMES) y los exime del pago de la matrícula y aportes médicos.

“Esta Universidad es pública, es del Estado. Mejor dicho, esta universidad es del pueblo, porque depende del dinero del pueblo, así que se debe a él”, aclaró el Rector de la UMSA, Waldo Albarracín en su discurso de bienvenida.

Verduras, hojas, hierbas medicinales, legumbres, semillas, tubérculos, etc. se encontraban al pie del escenario principal en donde autoridades universitarias eran agasajadas con collares de coca, artesanías de totora y madera que les obsequiaban los nuevos estudiantes que lucían la vestimenta típica de su comunidad.

Después del evento, familiares y estudiantes becados organizaron un apthapi en el atrio universitario. Desde el tradicional p’isqi (quinua con queso y/o ají), hasta el desayuno yungueño se presentaron en aguayos para deleitar a las autoridades pero también a transeúntes que, curiosos por tal demostración gastronómica, se llevaban en mano lo que podían.


Por medio de la Resolución del HCU Nº 494/10 se instruye a la UMSA, mediante el Instituto de Desconcentración Regional Universitaria, Capacitación y Certificación Intercultural (IDRU- CCI) realizar cada año la organización y ejecución del proceso inherente a la admisión de nuevos bachilleres de las diferentes provincias del área rural para el ingreso directo a esta casa de estudios. 

Apthapi en el atrio universitario. Foto: Reyna Suñagua (Quya).




jueves, 21 de febrero de 2019

NO TE CONOZCO


Cuando te veo en los espejos, no te conozco.

No veo a esa niña juguetona y soñadora que nació un 18 de febrero de 1995 en aquella pampa andina de Alto Pata (El Alto). Cuando veo tus ojos, ellos se regalan al olvido de lo que alguna vez fuiste. Esa wawa que tenía los labios agrietados y la piel reseca, antes se miraba en el espejo y se identificaba, sabía que era ella. sabía a quien estaba mirando. En sus dibujos, esos que amaba hacer, encontraba su rostro, plasmado en colores. Esa niña que jugaba con la tierra y bailaba con el viento ahora ha muerto.

Danzabas con una máscara de pepino en un escenario en el colegio, exponiendo con una poesía, las contradicciones de la "moralidad" humana. Te recuerdo porque fue la primera vez que te vi florecer en un discurso. Tenías 16 años y no encontrabas más camino que el arte para protestar. El teatro y la poesía te han llevado por las alcantarillas de la política, representando en varias veces a organizaciones de jovenes alteños. Creciste, pero te ibas de mis manos y todo tu discurso te fue metiendo más y más en el sentido insignificante de la existencia.

No caen en vano las hojas en otoño: hay que soltar, dejar ir. Dejaste de dibujar, dejaste de soñar, dejaste de escribir, de leer, de irradiar música. ¿Cuándo nos prestamos al abandono de nosotros mismos?. ¿Cuántos años han pasado? y  ahora te cambias para ir a la universidad y guardas tu vida en una mochila para no abrirla jamás. Artista, actríz, narradora, política incierta, payasa sin maquillaje y aymara sin awayo, aún estás a tiempo de volver a mirarte nuevamente para no perderte nunca más.

No te conozco, cuando te vuelvo a ver, no te conozco. Ahora me dices que volverás con más besos que gritos, con más sueños que desesperanza y con más acciones que palabras. Te recuerdo y te quiero conmigo nuevamente. Te vuelvo a mirar y no te conozco; pero déjame recuperarte en esos labios agrietados, en esa piel reseca, en esos dibujos, en esa poesía, en esos sueños, en esas calles que recorriste con los zapatos rotos por la pobreza. Quiero conocerte...

Reyna Maribel Suñagua Copa (Quya).


"Volar con los pies"- Reyna Maribel Suñagua Copa (Quya)